martes, 23 de diciembre de 2008

Navidad

Cuando escasean los días de diciembre:

el desasosiego y las llamadas a la paz,

el infortunio y la felicidad,

el mercantilismo y la honestidad,

la banalidad y la trascendencia;

gravitan como aderezo y reflejo del contradictorio mundo que habitamos.

Ante la confusión y el maniqueísmo, en algunos casos, sirven de guía las frases de los poetas:

“He dedicado toda mi vida a poner una luz en los sitios más oscuros y cuando alguien ha ido a retorcer el cuello de la paloma, le he dado la mano y la he ayudado a volar”.
Federico García Lorca

martes, 9 de diciembre de 2008

Viaje a Madrid

El día 6 de diciembre de 2008 comenzamos el viaje a las 7 horas 50 minutos en uno de esos trenes a los que han puesto el nombre de Alaris. Sobre las 11 horas 15 minutos estábamos en la estación de Atocha y después de la impresión que siempre causa el gentío y movimiento de las masas, en ese ir y venir entre alocado, desorientado y asombrado, nos encaminamos hacia el metro, que nos trasladó hasta la Gran Vía, uno de esos lugares que conservamos en nuestro imaginario como foto fija de nuestra juventud.

Hicimos un alto en el camino, en la cafetería Azahara, para reponer fuerzas, ya en ese momento me percaté que mi estructura física no estaba para muchos ajetreos, llamamos a nuestros queridos amigos leoneses y al cabo de unos minutos llegaron María Jesús, Carlos y su amado hijo Raúl. Como siempre que nos vemos, sentí esa mezcla de alegría y regocijo interior, sentimiento que creo es compartido por todos nosotros; después de las preguntas de rigor sobre nuestras respectivas familias nos encaminamos hacia el hotel, durante el trayecto contaron las vicisitudes con las habitaciones, que aún estando reservadas vía Internet, desde el mes de octubre, si no insisten inquisitivamente, la orilla del Manzanares hubiera dado buena cuenta de nuestros huesos.

Se acercaba la hora de comer y a sabiendas de las dificultades que nos íbamos a encontrar nos encaminamos hacia la marisquería “Ribeira do Miño” situada en la calle Santa Brígida, 1, perpendicular a la calle Fuencarral cuyo abigarrado colorido siempre me produce la típica inquietud de quien pasa mucho tiempo en planos monocromáticos. Sólo la pericia de Carlos fue capaz de lograr estar sentados sobre las 13,45 horas y a las 14 horas estar a pleno rendimiento saboreando los manjares del mar bien rociados de un ribeiro casero que cumplía su función. Después de los postres, el café y el orujo de rigor nos trasladamos a la Plaza Callao, Plaza Mayor y aledaños, paseamos con largueza la copiosa comida, agoté mis fuerzas y en un acto piadoso, que agradeceré siempre, nos acomodamos en un bar para ver el partido de fútbol Barcelona – Valencia que después del cuatro a cero resultó ser un sedante.

Amaneció el domingo día 7 de 2008, más nublado y con más ganas de llover que el día anterior, pero ni esta circunstancia, ni otras peores que hubieran podido existir nos iban a desanimar. Desayunamos, en mi caso como hacia mucho tiempo: dos tostadas con mermelada, mantequilla y café, nos paseamos y antes de la comida encontramos en la calle Hortaleza un bar típico, de esos que tanto nos gustan, y pudimos saborear el vermouth servido desde un serpentín. La comida decidimos hacerla en la calle Montera, según recomendación de Raúl, y resultó ser excepcional.

A las 18 horas en la Sala Francisco Nieva del Centro Dramático Nacional situada en el Teatro Valle Inclán, en la calle Valencia, 1, nos acomodamos en las filas 2 y 3, pues para sorpresa nuestra las entradas cuando las adquirimos en el cajero de La Caixa no se vendían para grupos mayores de cuatro. La obra “Cantando bajo las balas” de Antonio Álamo está dirigida por Álvaro Lavín y protagonizada por Adolfo Fernández como Millán Astray y como músico Mariano Marín; consiste en la narración del primer acto oficial franquista, que tuvo lugar el 12 de octubre de 1936, en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, en el que al parecer se enfrentaron el general Millán Astray y don Miguel de Unamuno.

Creo que a todos nos gustó la obra, la interpretación, la música y la denuncia que supone para todos esos cafres que pululan por la extrema derecha española.

Llovía torrencialmente y después de la sed que produce una astracanada, nos aposentamos en un mesón restaurante “Portomarín” cerca del teatro.

Hicimos una nueva visita a la calle Hortaleza para no olvidar el aroma del vermouth y desde allí a la calle San Bernardo donde el Museo del Jamón nos esperaba con sus espléndidos manjares.

La noche en el hotel Buenos Aires no fue tan silenciosa como la anterior. Pedí la clave de la red Wifi y pude leer el correo electrónico. No tenía ninguna importancia pero me hacía ilusión poder conectarme y averiguar las posibilidades de este medio.

Amaneció el día 8 con un semblante parecido, nublado, con algo de lluvia y sin demasiado frío. Desayunamos, paseamos por la Plaza de España, tomamos un nuevo café y nos despedimos hasta un nuevo encuentro en el que seguramente lo volveremos a pasar bien, recordando y protagonizando episodios que alegremente recordaremos. Adiós a Carlos, María Jesús y Raúl.

Por Atocha, mejor dicho por la estación, pululábamos tanta gente, que de vez en cuando se oían exclamaciones de incredulidad ante la crisis, que en estas ocasiones parece más una realidad inasible que tangible. Nuestro Alaris, por cierto más cómodo que el anterior, partió con un retraso de 20 minutos y llegamos a Valencia con 37 minutos de retraso. Así lo hago constar, durante el viaje un empleado de la compañía nos informó de la posibilidad de reclamar posibles perjuicios.

Como era de esperar Jesús estaba esperándonos, nos ha traído el coche, hemos ido hasta el piso de Valencia capital, ha bajado y se ha despedido. ¡Qué emoción y qué alegría nos proporciona!

Fin del viaje. Prometo contar el próximo.